FELIZ CUESTA DE ENERO
Bienvenido al siglo XXI y veinticinco.
En este nuevo año nos volverán a cambiar el clima,
nos robaran el tiempo,
nos joderán la zona de confort;
y todo ello utilizando palabras medidas,
discursos adaptados y medias tintas.
Nos pondrán unos guiñoles en la ventana del salón
con hilos invisibles y gestos socializados.
¿Qué te apuestas que dentro de unos meses
volvemos a celebrar la Navidad y un año futuro,
y brindamos con dos vasos de “nocilla”
para persuadirnos de que aun seguimos vivos.
Pero no importa.
Ya llegará el XX con veinte, y seis, y decimales,
y engaños.
Ponme un vinito y dos cangrejos de río,
que no son muy caros,
y unos dulces sin empachos.
Recuerdo un principio de todo esto,
una transición,
unos cambios de camisa
y un fin del mundo que no llegó.
Después seguimos un rastro
entre lo cierto y lo incierto,
de la mañana al ocaso, o de ocasión.
Nos sangraron los sudores,
nos cobraron las rubias en el bar
a un cambio que rozaba la usura
mientras nuestras morenas buscaban salir
de una economía sumergida y floreciente.
Nos regalaron artrosis e infartos
y unas mensualidades no muy cómodas
para instalar nuestros futuros cuerpos,
que eran los mismos
pero deteriorados.
Rimamos,
nos fuimos de rima,
continuamos suicidándonos a largo plazo
y, aun así, seguimos en la brecha,
o en la trinchera, como se quiera llamar.
Bueno, bien, pues eso, poetas,
a lo que íbamos;
que feliz cuesta de enero.
Y cuidado con la de febrero,
y la de marzo,
y la de abril…
…Y ¿qué decir de este siglo verdugo?
Al próximo no llegamos.
Bienvenido al siglo XXI y veinticinco.
En este nuevo año nos volverán a cambiar el clima,
nos robaran el tiempo,
nos joderán la zona de confort;
y todo ello utilizando palabras medidas,
discursos adaptados y medias tintas.
Nos pondrán unos guiñoles en la ventana del salón
con hilos invisibles y gestos socializados.
¿Qué te apuestas que dentro de unos meses
volvemos a celebrar la Navidad y un año futuro,
y brindamos con dos vasos de “nocilla”
para persuadirnos de que aun seguimos vivos.
Pero no importa.
Ya llegará el XX con veinte, y seis, y decimales,
y engaños.
Ponme un vinito y dos cangrejos de río,
que no son muy caros,
y unos dulces sin empachos.
Recuerdo un principio de todo esto,
una transición,
unos cambios de camisa
y un fin del mundo que no llegó.
Después seguimos un rastro
entre lo cierto y lo incierto,
de la mañana al ocaso, o de ocasión.
Nos sangraron los sudores,
nos cobraron las rubias en el bar
a un cambio que rozaba la usura
mientras nuestras morenas buscaban salir
de una economía sumergida y floreciente.
Nos regalaron artrosis e infartos
y unas mensualidades no muy cómodas
para instalar nuestros futuros cuerpos,
que eran los mismos
pero deteriorados.
Rimamos,
nos fuimos de rima,
continuamos suicidándonos a largo plazo
y, aun así, seguimos en la brecha,
o en la trinchera, como se quiera llamar.
Bueno, bien, pues eso, poetas,
a lo que íbamos;
que feliz cuesta de enero.
Y cuidado con la de febrero,
y la de marzo,
y la de abril…
…Y ¿qué decir de este siglo verdugo?
Al próximo no llegamos.
Estadísticas: Publicado por Alonso Vicent — Sab, 25 Ene 2025 20:57